El barro, un elemento primigenio utilizado desde tiempos inmemoriales por el hombre, durante milenios ha ejercido fascinación debido a la enorme variedad de utensilios que pueden crearse con él.
Un buen ejemplo es el Barro Negro, de tonalidad brillante y características distintivas, que lo hacen sobresalir entre una amplia variedad de barros dentro de la alfarería mexicana, donde abundan los barros coloridos como el rojo, naranja, verde, blanco, gris, amarillo, y el negro. Son productos artesanales que han tenido un gran auge en casi todos los rincones del país. No obstante, Oaxaca logró transformar la alfarería tradicional en diseños artísticos, que ya forman parte del arte del estado. Posee una abundante producción alfarera utilitaria, ceremonial y ornamental, donde pueden apreciarse diversos niveles de ejecución, técnica, interpretación, uso y comercialización, donde las piezas ornamentales han tenido buena aceptación en los últimos años.
Durante la década de los 60’s del siglo XX, Doña Rosa Real de Nieto, le sacó brillo al barro en el poblado de San Bartolo Coyotepec, ubicado a 20 minutos de la capital, al descubrir que utilizando una piedra de cuarzo sobre una olla recién horneada, podía lograr que el barro negro brillara, y con esta técnica logró resaltar la belleza oculta del barro negro, pues antes sólo se conocía en tonos opacos. Así, el Barro Negro es producto propio y por su originalidad es considerado un arte con denominación de origen, con diseños florales, de aves y ollas, pues la mayoría de las piezas son decorativas, porque no se usa para almacenar agua, aunque también se elaboran recipientes para almacenar mezcal.
Otras piezas comunes son las figuras de animales, silbatos, soles, eclipses, jarras, campañas, cruces y candelabros. Antaño, eran piezas de recipientes para almacenar agua o cocinar los alimentos, pero ahora las ollas de barro negro son decorativas y no utilitarias como antes, según indican los rescates realizados en tumbas prehispánicas de Monte Albán y otros sitios arqueológicos. Así, el simple barro se tornó en arte oaxaqueño para el mundo.