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Grillos: Cantores, saltadores y devoradores

Grillo en Sierra Tarahumara, Chihuahua.
Grillo en Sierra Tarahumara, Chihuahua.

“Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó.” Jehová a Moisés, sobre la 8a Plaga. El primer relato sobre una plaga de insectos está en la Biblia, y son sucesos de hace más de 3,500 años, cuando la migración de millones de langostas se tornarán de inofensivas saltadoras en voraces voladoras. Sin embargo, la mayoría de estos insectos, que suele reunirse en multitudes o vagar solitarios, cantan y saltan, en un juego o necesidad ocasional; para otros, es un acto de sobrevivencia. Así, grillos, saltamontes y langostas, rompen récord en canto, salto y agrupación, y están adaptados para esto, donde la gravedad parece desaparecer.

Grillo negro en Huichapan, Hidalgo.
Grillo negro en Huichapan, Hidalgo.
Grillo en la Huasteca
Grillo en la Huasteca.

Esta fauna mediana ha evolucionado desde el Pérmico, hace 250 millones de años y hoy reúne a más de 15,000 especies en todo el mundo. Presentan diferencias entre sí, pero tienen varias similitudes como boca masticadora, dos pares de alas y metamorfosis sencilla; cuando nacen son frágiles, presentan dos antenas, grandes ojos compuestos, y durante su crecimiento sufren cambios leves como presencia de alas, aumento de tamaño, desarrollo de órganos sexuales, y a veces adquieren colores más oscuros. Estos insectos poco voladores al dejar la madriguera, lo hacen para comer y cantar, y al menor sobresalto se ocultan, porque sólo emplean sus alas para vuelos cortos o pasar de una planta a otra. Destacan entre los saltadores del mundo natural, por ejemplo, el saltamontes puede brincar 3 m en un solo salto que significa 250 veces su altura.

Abundan las especies cuya forma, coloración, textura y aspecto, semeja a plantas y el medio donde habitan. Además, numerosas especies tropicales lucen tonos brillantes y algunas se agrupan para realzar su amenazador colorido. Los sonidos llamados estridulación, los producen los machos, que al no tener voz propia frotan una porción de su cuerpo contra otra: tratan de atraer hembras o ahuyentar a machos rivales e interpretan la melodía heredada desde el inicio de la era de los reptiles, cuando los insectos se adueñaron del suelo y el aire.