El Ajolote (Ambystoma mexicanum), es una especie en grave peligro de extinción, que aun sobrevive en canales y lagos de Xochimilco y Tláhuac, en plena ciudad de México.
Se trata de un anfibio con branquias parecidas a plumas, amplia boca y cola viscosa, que conserva las características larvales durante toda su vida; puede respirar bajo el agua a través de sus branquias o sacos pulmonares (que no son pulmones reales), y también absorbe aire por medio de sus pulmones cuando sale a la superficie. Su ciclo de vida en la naturaleza es corto (alrededor de 3 o 4 años) y se reproduce entre enero y marzo cuando pone cientos de huevos que eclosionan en unos 14 días.
En las leyendas Aztecas es un animal importante, como en aquella donde se dice que el Ajolote se convirtió en el Dios de la oscuridad y las profundidades; sin embargo, también era parte de su dieta, pues desde tiempos prehispánicos se le atribuyen propiedades curativas y era empleado para tratar infecciones respiratorias. El Axólotl, Perro de Agua o Monstruo de agua, es un carnívoro que consume peces pequeños y demás fauna diminuta, y también tiene la capacidad excepcional de regenerar miembros perdidos.
En nuestro país, viven unas 15 especies de Ajolotes y una especie aun más extraña habita el lago de Pátzcuaro, Mich., porque conserva su aspecto juvenil, con branquias, aletas en la cola y patas sin desarrollo total.
Es desalentador saber que hoy, por la tradición de usarse como alimento, la elaboración de amuletos, pero principalmente por la contaminación con aguas negras, basura, desecación y urbanización de canales y chinampas, ha sido afectada esta especie endémica del Altiplano central, pues en los últimos 300 años el ecosistema lacustre del Valle de México donde han vivido durante millones de años, ha quedado reducido a unos pocos lagos y canales. Por ello los investigadores de la UAM y la UNAM, proponen la creación de santuarios en los canales rescatados y reintroducir ajolotes criados en cautiverio.